Las relaciones entre los jóvenes y las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) constituye sin duda un área de interés en la educación; no en vano nos enfrentamos a lo que se podría llamar la generación electrónica; un cohorte generacional con características particulares. Es evidente que los jóvenes han adoptado las herramientas de las TIC tan rápidamente y en tal medida que se les puede catalogar como la primera generación electrónica o e-generación. Los jóvenes de entre 4 y 18 años representan un tercio de todos los usuarios de Internet y encabezan una transformación social de gran interés: la sociedad ha pasado de ser una generación catódica a una generación electrónica en un lapso de tiempo muy corto. La manera en la que los jóvenes usan y se acercan a las TIC es vital para escaparse de los peligros que esa tecnologías pueden crear –en el caso de un mal uso o inapropiado en su desarrollo personal e, incluso, en su seguridad personal. Pero hay una pregunta que surge indiscutiblemente cuando alcanzamos este punto: ¿Cómo? Desde nuestra perspectiva personal y profesional, la protección la más eficaz se basa en la barreas personales y en el control de la situación; en otras palabras: en un uso responsable de las TIC.
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